Adán visto por César Carrizo

Para Adán Iglesias Toledo, jefe de departamento del suplemento humorístico DDT, del diario Juventud Rebelde, la vida no es color de rosa, sino de risas; de cosquilleos y también de muchas lámparas de Aladino a las cuales asirse para diseccionar la realidad y reflejar -a través del humor-, la cotidianeidad de un pueblo que sonríe hasta de las adversidades.

Después de todo, miles de personas fueron quemadas en la hoguera siglos atrás -especialmente en Europa-, tan solo por reír en público, o mojarse de tal o más cual situación, o incluso por satirizar a los gobernantes.

Y es que el humor también es una categoría de la estética que puede expresar la disconformidad de ciertos fenómenos sociales; así como de determinadas conductas humanas.

“Para el pueblo cubano, los periódicos humorísticos son importantes, en el sentido de poder verse reflejados”, comenta Adán, mientras evita responder en el tono serio de los entrevistados.

“A veces estamos muy prejuiciados con temas que no queremos tocar, aunque actualmente ha existido una apertura significativa que marca los tiempos de la sociedad a través del costumbrismo”.

“Tenemos muy poco espacio. Solamente salimos en la página dominical de Juventud Rebelde, impreso, pero tratamos de reflejar el día a día del cubano, mezclando el humor con la crítica, aunque a veces no lo logramos”.

Quizás muchos lo desconozcan, pero las siglas DDT aluden al Dicloro-Difenil-Tricloroetano, el compuesto organoclorado principal de los insecticidas empleados en el exterminio de plagas.

Si tal definición no le arrancó una sonrisa, tal vez nada lo haga, o tal vez sí, como las caricaturas de un suplemento que ya sobrepasó los 50 años de vida y que usa la ironía para cuestionar absurdos y ayudar a la nación a deshacerse de otros males.

Con más de 20 años vinculado al DDT, este jocoso cubano confiesa vivir para el humor y para las caricaturas, ese retrato que exagera o distorsiona la apariencia física de la gente: “Se te ocurre una idea y la puedes compartir con personas que ni te imaginas; más ahora con las redes sociales, las páginas web y los correos electrónicos”.

“Es la forma de materializar una idea que puede llegar a mucha gente, guste o no guste”.

¿Qué tan difícil puede ser pintar?

“Es muy difícil. Tienes que abstraerte mucho. Hay que plasmar ideas y conceptos a través de líneas y colores, pero el oficio te va creando esa posibilidad”.

¿Cuándo sentiste que te querías dedicar a esta profesión?

“Desde niño le ponía textos globo a las fotografías de las revistas Sputnik y hacía como un meme, donde le cambiaba las circunstancias a imágenes para crear una situación humorística.

Generalmente los caricaturistas desde niño expresan el deseo de hacer eso”.

¿Te gustan los memes?

“Los uso mucho porque seguimos pensando como periódico impreso y, en lo que produces la impresión, ya pasó la noticia”.

“Yo produzco memes, sobre todo a partir de fotos relacionadas con sucesos y cosas que pasan a diario”.

“No se pueden obviar las cosas que pasan y eso lo aprovecho en temas como el del transporte, de modo que parezca una broma, pero que a su vez sea una crítica, porque ya no es solo el humor gráfico; ahora también han entrado a jugar un rol importante las redes sociales”.

¿Qué no le puede faltar a un caricaturista?

“Lo que no le puede faltar es tinta; sin eso estás “embarcao”. Pero lo que no le puede pasar es censurarse. También desde la caricatura se pueden tratar temas serios y dolorosos, como los sucesos de los tanques de combustible en Matanzas”.

“No se trata de bromear con todo; se trata de cronicar hechos de cualquier naturaleza desde el humor gráfico”.

¿Qué opinión tiene del resto de los caricaturistas del país, sobre todo de los que están vinculados a los medios de prensa?

“Son muy valientes. Hacen un humor moderno y gozado, a veces en condiciones de sacrificio, como el caso de Pedro Méndez, en Melaito, que luego de tener un problema cerebral sigue dibujando y haciendo caricaturas con la mano izquierda”.

¿Qué retos tiene actualmente el humor gráfico en Cuba?

“Ubicarse de nuevo en el sitio que estuvo hace ya algún tiempo, en que se criticaba y se ayudaba mucho. No se trata de resolver nada de manera directa, sino de señalar para que los que tienen que construir y resolver, lo hagan”.

“Así pasa con el tema de la burocracia, que se ha convertido en un bien nacional que podemos exportar y que los humoristas llevan tanto tiempo criticando. Ni la pandemia pudo resolverlo porque yo creo que ahora hay mucho más”.

¿Qué les recomienda a las nuevas generaciones de caricaturistas del país?

“Que lean y que estudien; eso es suficiente”.

Es imposible entonces no pensar en sonrisas, alegría, felicidad y humor para sobrellevar la inflación, los precios abusivos, las mil y una escases, el desinterés, la inmigración y hasta la apatía.

Tal vez se trate de leer y releer al periodista Manuel González Bello, quien ejerció en diversos medios de prensa como la revista Bohemia o el propio Juventud Rebelde: “Siempre he dudado de la seriedad de esas personas que se lo toman todo en serio, desde un velorio hasta un cumpleaños, desde un ciclón hasta un baño en la playa; de esos que piensan que para enfrentar una tarea responsablemente hay que tener cara de criminal, no admitir una broma, desterrar el más mínimo chiste.”