El festejo de Messi, para el primer gol argentino. Foto: EFE.

En la esquina azul y blanca está la Argentina de Messi: sólida, jabata, entusiasta. En la esquina exclusivamente azul está la Francia de Mbappé: ganadora, imperial, campeona y defensiva. El choque será de trenes y de equipos que ya saben lo que es levantar la Copa. En el camino han ido derrumbando a otros grandes y han sido, con toda la certeza, los dos mejores equipos de Catar 2022.

A Lionel Scaloni tendrán que agradecerle en Argentina el hecho de construir una selección que potencia el talento inobjetable de Messi, mas no depende exclusivamente de él. Trabaja con Messi de líder, pero no para Messi. Y esto provoca que,

si el astro de Rosario no tiene su mejor día, tienen otros asideros a los cuales agarrarse. Aunque para su fortuna, el Mundial de Lionel ha sido espléndido.

Cuando cayeron en su primer partido ante Arabia Saudita, muchos devotos de la causa albiceleste acudieron a la cábala española, porque estos ganaron su Copa después de ser derrotados por Suiza en la presentación inicial. Y se encomendaron a cuanta creencia les devolvía sus esperanzas.

¿Se imaginan a Argentina eliminada en fase de grupos?

Habría sido un caos, una catástrofe capaz de sacudir toda la geografía de la nación sudamericana.

El domingo volverán a una final, como en el 86, como en el 2014. En sus manos y también en la de sus oponentes está el ver cuál recuerdo queda, si el de un campeón que supo levantarse del polvo de haber perdido ante los saudíes y después tumbar a otros de más grandeza, o el de un segundo lugar que sin acudir a eufemismos sería igual a ser segundón, con todo el mérito y el desmérito que esto conlleva.

A Didier Deschamps le han recriminado una y otra vez su estilo de juego, conservador y por momentos muy defensivo, cuando cuenta con una pléyade de figuras excepcionales para construir sus victorias de otra manera. Pero ha ganado cuanto ha querido y, de hecho, en París reposa la Copa de Rusia 2018, premio al talento de una generación única y uy bien guiada.

El trayecto hacia Catar fue matizado por las dudas, les quisieron quitar el cartel de favoritas y antes de iniciar la cita planetaria fueron pocos quienes apostaron por la vigente campeona para retener su título. Otros tenían más votos para hacerlo: Brasil, Argentina, incluso la Portugal de Cristiano que terminó jugando sin Cristiano.

Pero el carácter de un monarca siempre sale a flote y esta Francia juega incluso mejor que la del 2018, con un once muy bien definido y las ideas claras. Deschamps ha ganado la batalla a sus detractores y el domingo tienen la posibilidad de marcar la historia del fútbol en su favor. Ante Marruecos, mostraron su rostro más defensivo e incluso así ganaron sin “despeinarse” demasiado.

Pero hablemos de fútbol: será una final de 22 con el cuchillo en los dientes. Sí, saltarán chispas. Y a lo mejor veamos cosas bonitas con el balón, porque estarán sobre la cancha algunos “jugones”, pero el estilo de ambos equipos invita a pensar más en un partido intenso y peleado que a un intercambio constante de acciones ofensivas.

Gane o pierda, será la batalla de Messi. Así podría recordársele, por ser él el guerrero de mayor linaje dentro de la cancha. Pero no olvidemos un detalle: de los perdedores nunca se ha escrito nada.

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