Foto: Escambray

Sobre las seis de la tarde de este sábado 10 de diciembre, la imagen fotográfica iluminó mi WhatsApp. También varios lanzamientos en recta: “Explícame esto: en el año del Clásico jugando de día por la situación energética, los apagones. Y el Huelga, ¿encendido para unos reguetoneros?”.

Por mi cercanía al estadio, no fue difícil confirmar la preocupación, a seguidas compartida por varios usuarios en el redes sociales y llamadas a mi celular, casi todas con la misma velocidad del mensaje de marras y similares cuestionamientos.

No es novedad el uso de los estadios, incluso del mundo, para espectáculos culturales o presentaciones musicales. En la provincia, por ejemplo, el estadio Rolando Rodríguez, de Trinidad, ha destrozado varias veces hasta su césped ante el tumulto de bailadores por este o aquel grupo, no solo de reguetón.

¿Por qué entonces la reacción de espirituanos y no espirituanos? Sucede que al calor de la crítica situación energética del país, se decidió que tanto la Serie Nacional de Béisbol como ahora la Liga Élite programaran sus juegos de día, también porque resulta contraproducente tener una ciudad a oscuras y un “arbolito beisbolero” gastando corriente.

Pero este 10 de diciembre, mientras el “Huelga” gastaba sus kilowatts, incluso en horario pico y con una cantidad de horas que daría para dos juegos de béisbol, los peloteros de Ganaderos y Centrales, como el resto de los elencos que intervienen en la Liga Élite, se quemaron esa propia jornada con el sol del mediodía, para ahorrar esos mismos kilowatts al país, en cumplimiento de la política energética de la propia nación. Difícil de batear, ¿no?

Según Laidalí Santana, directora provincial del Inder, la decisión salió de la Comisión de Recreación.

“Hay un proyecto de recreación, donde han explicado desde julio y agosto que se pueden dar conciertos en los estadios, en instalaciones cerradas en el país completo, eso se ha hecho en Cuba entera, incluso antes de aprobarse ese proyecto se ha hecho en Trinidad de por vida. Sancti Spiritus quiso experimentar esta vez, solo se encendió una parte de las luces, y el tema de la corriente con el béisbol depende de la situación que tenga el país en un determinado momento, nosotros mismos fuimos los primeros en jugar de noche la pasada serie, y en cuanto a lo recaudado, va para el presupuesto del Estado, como mismo va un juego de béisbol y de ahí nos corresponde un 10 por ciento”.

El concierto en sí, ofrecido a través de una mypime, tiene sus propias lecturas. Lo contraproducente es que a metros del “José Antonio Huelga” exista una Plaza Cultural, que es la concebida y diseñada para esos espectáculos, y además de estar totalmente subutilizada, tiene un área abierta  para albergar al doble y hasta el triple de los que se dieron cita en el “huelga” para el concierto de reguetón, en su mayoría jóvenes y, además, casi siempre está encendida, aunque esté desierta.

La cuestión aquí no es siquiera la erosión de la política cultural con presentaciones de dudosa calidad,  pues en el escenario económico actual donde las entidades están obligadas a buscar el dinero a toda costa para subsistir, esta, la política cultural, es casi un eufemismo, también porque en medio de todo está el gusto de los jóvenes, con sus elecciones, sus matrices, sus decisiones y su necesidad de recrearse a como sea en medio de una orfandad de ofertas o la propuesta de otras tan caras como las del  “Huelga”.

Y, lamentablemente,

un concierto de reguetón, cuya entrada vale entre 250 y 350 pesos; 250 por una cerveza o los cerca de 500 por un pomo de refresco, recauda más en una noche que lo que el Huelga en meses de Liga Élite.

El día de marras, por ejemplo, los asistentes, que además apenas pagan 10 pesos por ver un juego, no rebasaban la veintena, aunque esto no tiene ya nada que ver con el reguetón, ni con el concierto, y generaría más mensajes que los recibidos en las últimas horas porque, seamos serios: los pocos atractivos de este torneo rebasan el hecho de no poderse jugar de noche.

Está también el cuidado de la instalación. Aunque una que otra motorina y otros vehículos entraron como parte de la logística, el terreno no sufrió daños ni menores ni mayores y, a costa de la intensa labor de los trabajadores del estadio desde horas tempranas del domingo, se pudo jugar el partido dominical a la hora señalada, aunque las gradas y los alrededores sufrieron el embate de los desperdicios sólidos y líquidos dejados allí.

Los decibeles del concierto sabatino cedieron entrada la madrugada en el “José Antonio Huelga”. En el círculo de espera quedan sus desatinos: ¿Tendrán los peloteros que ponerse a cantar reguetón entre innings para poder jugar de noche, como sugiere un internauta? En este desespero por ingresar dinero, ¿quién batea más? ¿El que más paga? Y el béisbol, que tiene apagadas algo más que sus luces nocturnas, ¿qué turno tiene al bate?

(Tomado de Escambray)