Foto: Jandro Gácita.

Por Jandro Gácita.

Ojalá nunca hubiera necesitado sacarte de mi museo, ese museo que tras mis espaldas cubren las silenciosas paredes de mi oficina. Donde por momentos de tormenta o bajón volteo la mirada y las observo. Cada misión, cada fuego, cada rescate, cada hombres de temples con los que tuve la oportunidad de servir, mis mentores y maestros. Ojalá nunca te haya tenido que descolgar, cuando hacía meses atrás había entregado mis cornetas para terminar mis servicios en las emergencias.

Ese día mi isla se cubrió de polvo y llantos, mi antiguo uniforme gastado por el tiempo se metía en mi mente como diciendo una más, una vez más... Nadie nos preparó para esto, ni a los viejos ni a los nuevos, pero sí sé que la herida que dejó en lo más profundo de una nación será convertida en una cicatriz permanente que llevará la mezcla de tristeza, valientes, lágrimas y coraje.

Hoy te volveré a colgar, pero así, sucio, polvoriento, roto, sudado. Quiero mirarte y ver que el polvo que conservarás será una enseñanza de vida para todos.

Pero lo juro, ojalá nunca te haya tenido que volver a usar.

Foto: Jandro Gácita.