“Cuando publiques el trabajo, me avisas para verlo”, me dice uno de los rescatistas vestidos de rojo.

-Dame tu teléfono, le digo. “Tony Rescate”, así guardo el contacto  y continúo escribiendo informaciones para el minuto a minuto de Cubadebate. Al rato, el espigado rescatista regresa; tiene el pantalón lleno de polvo  de los escombros, las botas maltratadas por el trabajo unidas con un esparadrapo, por su frente corren espesas gotas de sudor. Está agotado, se le nota en rostro, pero no deja de verse en sus labios una media sonrisa.

Era lunes, 9 de mayo, habían pasado más de 72 horas de la explosión en el Saratoga y Tony no había perdido su disposición. No sé si la juventud, su personalidad o esa solidaridad genuina que no puede fingirse, permitían alejar de él, por instante, los miedos y las preocupaciones que martillaban su cabeza.

“Tomen una africana”, nos dice a mí y a Irene, la fotorreportera. “Nosotros aquí compartimos todo lo que tenemos”. Desde lejos lo llaman, se acabó el descanso, le hace una seña a Tito, el labrador que lo acompañaba hace unos segundos en una videollamada con su familia y vuelve a internarse en las ruinas del hotel Saratoga.

***

Juan Antonio se recuesta esperando la nueva entrada en acción. Foto: Cortesía del entrevistado.

Juan Antonio Puentes Zayas tiene solo 21 años, estudia enfermería, pero además es parte del grupo de rescate y salvamento de la Cruz Roja.

Al ver película “El guardián”, algo cambió en él.  Tanto le conmovió que fue su motivación para entrar en la Cruz Roja. Entonces, empezó ávidamente a buscar información.

Cuando encontró al secretario de la Cruz Roja de Playa pudo comenzar los entrenamientos que convertirían su vida cotidiana en una de las escenas de esa película dirigida por Andrew Davis que tanto lo había marcado.

“Mi primera misión fue cuando el huracán Elsa. Empecé a adquirir habilidades muy útiles para el trabajo de rescatista, en especial, en rescate acuático porque sé bucear”. Así Juan Antonio llegó a convertirse en el jefe de Operaciones y Socorro del municipio Playa.

Penetraciones del mar, aseguramiento de evento sociales y el ciclón del 2021 habían sido hasta el 6 de mayo las misiones en las que este joven había participado. Aunque Tony es un muchacho “echado para adelante”, como dirían los abuelos, confiesa que “El Saratoga le marcó su vida”.

Cuando el accidente del Saratoga –cuenta-estaba dando clases en la Facultad de Ciencias Médicas “Victoria de Girón” y un compañero de la Cruz Roja, Orlando Luis, le dice que había ocurrido una explosión en La Habana. “Rápido llame a mi jefe para que me dijera que estaba pasando”.

Al próximo turno de clase de la carrera de enfermería, Tony faltaría, claro con permiso de su profesor. Ya iba rumbo al Saratoga vestido con su equipo de protección personal. Era viernes, pasaban las 11 de la mañana y él ya estaba ahí.

“He enfrentado aquí situaciones que me han golpeado bastante; la primera fue el traslado de una víctima. No era la primera vez rescatando a un fallecido, pero de la manera en que lo sentí, fue muy triste”.

¿Y el miedo?, le preguntó. Responde seguro: “He sentido miedo, pero llega el momento en que no piensas en eso, no porque nos creamos invencibles, sino por la importancia del trabajo que tenemos que cumplir”.

Entre los escombros del edificio Prado 609, Tony encontró el Nuevo Testamento. Dice sentirse más seguro, más confiado con el pequeño libro que guardó en el bolsillo. Lo lleva cerca del corazón.

¿Motivaciones? “Son muchas las motivaciones para seguir trabajando. Yo no puedo rajarme, por mi familia y por las familias de los desaparecidos. Por la esperanza de encontrar algún cuerpo con vida. Trabajamos hasta encontrarlos a todos”.

¿Tu familia? “Se sienten muy orgullosos, pero también tienen miedo. Mi madre lleva sin dormir los mismos días que yo, por la preocupación. Toda mi familia está así, mi papá, mis tías, lo amigo, me escriben contantemente”, dice con cariño.

Es jueves, 12 de mayo, han pasado seis días de la explosión y las brigadas de rescate y salvamento hallan el cuerpo de la última persona desaparecida como consecuencia del accidente en el hotel Saratoga.

Son las 4.49 p.m. y en el estado de Whatsapp de Tony se deja ver la frase “misión cumplida”.

El reloj marca entonces las 9.42 de la noche cuando se completa la otra parte de la misión personal de este joven, ver “a la persona que más ama en este mundo”, su madre.

Misión cumplida. Tony abraza a su madre. Foto: Cortesía del entrevistado.

Miembros de la Cruz Roja trabajando en el hotel Saratoga. Foto: Cortesía del entrevistado.